“Todo el mundo tiene algo que aportar”, afirmaba Luis Ezcurra, ingeniero de Telecomunicación y coach. Y tanto él como Francisco Giménez, graduado en Dirección y Administración de Empresas y también coach, tienen mucho que aportar.
Con amplia experiencia en asesoramiento a multinacionales, desarrollo de talento y liderazgo, y cultura y estrategia de negocio, Giménez y Ezcurra decidieron aportar y compartir todo este conocimiento y saber en su libro Smart Mentoring, una metodología para el desarrollo estratégico del talento, que presentaron en Madrid el pasado 18 de abril.
La obra recoge casos de mentoring y coaching en los que los expertos han trabajado, ofreciendo estrategias para que cualquiera las pueda aplicar en su vida profesional o personal. El mentor y el coach son dos figuras a las que personalidades como Mark Zuckerberg o Tony Robbins han recurrido en algún momento, y a las que también han consultado compañías como Google, IBM, o General Electric.
Ambos perfiles son, sin embargo, figuras distintas. Mientras que el mentor es una persona de dentro de la organización que comparte su conocimiento de la cultura corporativa y del liderazgo a partir de su experiencia y ejemplo, el coach es alguien ajeno a la empresa que facilita la gestión del crecimiento.

Empresa y talento
Si las empresas recurren a las figuras del coach y el mentor es, precisamente, para hacer brillar (entre otras funciones) el talento de su capital humano.
Pero, ¿qué es el talento? Según Ezcurra, son las “competencias que una persona necesita en un determinado momento para asumir un reto y crecer”, y se puede detectar a través de métodos formales (tests, herramientas de evaluación, software como Nextinit) o informales (pidiendo feedback a compañeros, por ejemplo), tal y como Giménez explicó.
“Si la gente no se atreve a fracasar, no aprende”
Esta detección del talento interno redunda en una mayor eficiencia, y para la empresa “es fundamental”, aclaraba Ezcurra. “Sólo como último recurso, y si no es posible desarrollar las habilidades que necesitamos a nivel interno, habría que buscar ese talento fuera”, señalaba el experto.

El talento se puede entrenar
Porque las personas estamos en constante cambio y crecimiento, nuestras habilidades también lo hacen. Y es por esto que debemos trabajarlas, al igual que trabajamos bíceps. Al fin y al cabo, y como los expertos recordaron, “la creatividad es un músculo que todos tenemos”.
A nuestra creatividad y talento no los podemos poner a hacer pesas o crossfit, pero sí que podemos seguir algunas pautas para sacar lo mejor de nosotros mismos, y de los que nos rodean, y lucir six-pack creativo.
Así, Ezcurra y Giménez señalaron, como algunas de las tácticas más efectivas para potenciar nuestro talento, la comunicación, la tolerancia al error, y la estimulación del intercambio de ideas.
“Cualquier herramienta (como por ejemplo Nextinit) que se ponga en marcha para estimular la comunicación entre todas las personas de la organización fomenta la creatividad”, apuntaba Giménez.
La tolerancia al error, al fallo, por otro lado, es “básico incorporarla a la cultura de la empresa”, coincidían los expertos, ya que es un elemento para el aprendizaje. “Si la gente no se atreve a fracasar, no aprende”, por lo que no se atreverá a innovar ni a crear. Además, en este contexto, la divergencia es clave: atreverse a probar otros sistemas, otras metodologías, que no sean los habituales, hace que seamos más creativos.
Estimular el intercambio es muy importante igualmente, debido a que “muchas veces una idea estimula a otra”, como recordaba Ezcurra, creando sinergias.
Fomentar la comunicación, promover el intercambio de ideas, y perderle el miedo al error son sólo algunas de las pistas que nos ayudarán a ser más innovadores, pero podemos comenzar por cambiar rutinas diarias que introduzcan pequeñas divergencias en nuestro cerebro.
Y a ti, ¿cuáles son los truquillos que te ayudan a tener buenas ideas?